LA CUBA QUE VIVÍ

La Cuba que viví es un viaje a las entrañas de la Revolución, a través de la mirada de un niño que presencia cómo los sueños prometidos se transforman en interminables pesadillas. Vemos cómo la guerrilla de Fidel se enfrenta al Ejército batistiano: asaltos, sabotajes, atentados… El pueblo lo apoya y Batista lo reprime con detenciones, torturas y asesinatos. El dictador pierde el respaldo de EEUU y huye. Triunfa la Revolución. Cuba es feliz. Las gentes en las calles aclaman a Fidel: su héroe, su libertador. La nueva situación trae mejoras en educación, sanidad, igualdad…, y también los juicios revolucionarios, los fusilamientos, las expropiaciones y el comunismo. La mirada inocente de Roberto descubre cómo poco a poco desaparece la alegría de las calles, que se llenan de soldados y milicianos con sus uniformes verde oliva, sus gorras de guerra y sus fusiles colgados al hombro, y cómo cambia la escuela y los maestros y la televisión, donde han sustituido las películas del Oeste y los dibujos animados por largos y aburridos discursos de Fidel, desfiles militares o juicios y fusilamientos en directo.

Los acontecimientos llevan a Roberto y su familia a vivir una situación en la que comienza a escasear la comida y los medicamentos y la ilusión…, y la gente se va, o lo intenta. Algunos piensan que aquello no durará demasiado, que hay que resistir y acostumbrarse a la presencia militar, a la permanente vigilancia, a las prohibiciones, al sobresalto…, pero no es fácil. Se tortura, se asesina, la gente desaparece. Ahora el Estado ve, oye y controla todo. El G-2 y los CDR vigilan, y si no piensas como ellos acabas muerto, preso o en un centro de reeducación. El miedo acaba con la alegría. Roberto siente cómo el silencio se apodera de todo y la esperanza se torna decepción. Sesenta años después la situación es la misma.